jueves, 15 de noviembre de 2007

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LA SOLIDARIDAD COMO HERMANDAD O COMO USURA. Palabras de la Comisión Sexta del EZLN en el Foro Nacional de Solidaridad con las comunidades zapatistas. Jojutla, Morelos. Octubre del 2007.


“… sin embargo, el pesimismo iba ganándola poco a poco; el hambre y la sed, el cansancio, la sensación de impotencia frente a las fuerzas enemigas que cada vez nos cercaban más y, sobre todo, la terrible enfermedad de los pies conocida por los campesinos con el nombre de mazamorra –que convertía en un martirio intolerable cada paso dado por nuestros soldados- habían hecho de éste un ejército de sombras. Era difícil adelantar, muy difícil. Día a día, empeoraban las condiciones físicas de nuestra tropa y las comidas, un día sí, otro no, otro tal vez, en nada contribuían a mejorar ese nivel de miseria que estábamos soportando. Pasamos los días más duros cercados (…), en pantanos pestilentes, sin una gota de agua potable, atacados continuamente por la aviación, sin un solo caballo que pudiera llevar por ciénagas inhóspitas a los más débiles, con los zapatos totalmente destrozados por el agua fangosa de mar, con plantas que lastimaban los pies descalzos, nuestra situación era realmente desastrosa al salir trabajosamente del cerco (…). No teníamos tiempo de recuperarnos ni siquiera un poco cuando un nuevo aguacero, inclemencias del clima, además de los ataques del enemigo o las noticias de su presencia volvían a imponernos la marcha. La tropa estaba cada vez más cansada y descorazonada. Sin embargo, cuando la situación era más tensa, cuando ya solamente al imperio del insulto, de ruegos, de exabruptos de todo tipo, podía hacer caminar a la gente exhausta, una sólo visión en lontananza animó sus rostros e infundió nuevo espíritu a la guerrilla.”


“Pasajes de la Guerra Revolucionaria. La Ofensiva Final: La batalla de Santa Clara.” Ernesto el Che Guevara.

Así describía Ernesto el Che Guevara, un octubre de hace casi 50 años. Unas semanas después de este desastre que escuchamos, el Che comandaba una de las batallas más impresionantes de la historia militar mundial, la Batalla de Santa Clara.
Días más tarde caía la dictadura de Fulgencio Batista, convirtiendo al pueblo de Cuba, después de ser el último en independizarse, en el primero en ser libre en América.
Y digo esto cuando se va y se viene diciendo que si la soberanía nacional (ahora supuestamente defendida por los “patriotas” senadores), que si el combate al narcotráfico, olvidando que la llamada “Iniciativa Mérida” o “Plan México” tiene como uno de sus objetivos el cerrar la pinza militar y diplomática sobre esa solitaria estrella de dignidad en el Caribe.
De pronto, después de los mismos casi 50 años, el gobierno norteamericano descubre que la opción elegida por el pueblo cubano no depende de un hombre excepcional, sino de una vocación histórica, que es compartida por los pueblos latinoamericanos: la de la libertad y la justicia. El problema entonces para el gobierno de los Estados Unidos no tiene el nombre de Fidel Castro Ruz, sino, para decirlo llanamente, se llama Revolución Cubana.
Hace 40 años el Poder extranjero descubrió que la rebeldía de un continente no moría con la bala que mató a Ernesto el Che Guevara, y que este sentimiento a veces encarna en individuos y siempre en pueblos.
Tal vez a algunos, a algunas, les suene extraño que inicie nuestra participación en este foro de solidaridad con las comunidades zapatistas nombrando al Che y a Cuba, pero es que todo esto viene al caso o cosa porque, según nuestro pensamiento zapatista, no se puede hablar de la solidaridad como hermandad sin pensar en Cuba, en su lucha y en su historia.
Y nombrando a Cuba no nombramos a la víctima en turno, sino a lo que ahí se juega a nivel regional, continental y mundial.
Y nombrar al Che no es realizar ofrendas en el complejo y reiterado culto a la muerte. Es, en cambio, honrar la vida y a la rebeldía que le da sentido y rumbo.
Algo de historia.
“Todo parece imposible la víspera”, dijo alguno de los nuestros, para agregar luego “y resulta que el mañana está ahí nomás, cerca, pero no porque nos espere, sino porque lo construimos en su momento, en otro calendario”.
Y entre los imposibles de ayer, hay futuros hoy. Los hombres, mujeres, niños y ancianos que abrazaron la causa sintetizada en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y decidieron hacer Otra cosa, abajo y a la izquierda, se enfrentan a los imposibles de hoy.
Pero no es la primera vez.
La historia reciente de nuestro movimiento, el zapatista del EZLN, ha tenido varios vuelcos en lo que se refiere a nuestra forma de ver el mundo, particularmente, de ver el quehacer político.
Pensando que estaríamos no sólo solos, sino con todo en contra, nos preparamos para esa madrugada de enero de 1994.
Hace 14 años, con la luna de octubre hecha techo sobre nuestro andar, en las montañas del sureste mexicano se afinaban los últimos detalles del alzamiento. He dicho “afinando los últimos detalles” sólo por repetir un lugar común, en realidad andábamos de un lado a otro, con un relajo que daba mucho que pensar sobre las posibilidades de éxito político y militar del alzamiento en armas de miles de indígenas y la toma de 7 cabeceras municipales del suroriental estado mexicano de Chiapas.
Concretar los últimos preparativos del levantamiento había semejado el esfuerzo de tallar con martillo y cincel una de esas pequeñas joyas de cristalería que asombran por sus colores y brillos. Y así era entonces, y lo es también ahora.
Nuestra causa, las más hermosa, noble y antigua en la historia de la humanidad, la de la libertad de los pueblos, tiene tantos brillos y colores que aún ahora, al borde de los 24 años de empeñarnos en ella, no acabamos de encontrar en su totalidad.
Lo sabemos ahora y lo sabíamos entonces.
Pero no acostumbramos a acomodar los hechos de nuestra historia propia para dar lecciones que nunca tomamos o para dar una idea de limpia coherencia, así que debo deciros que, visto desde la alta y luminosa noche del octubre de 1993, el plan del alzamiento semejaba un gran desorden de piezas de rompecabezas que no tenían nada qué ver entre sí.
Podría alardear ahora, a la distancia del calendario y asomado a la neo militarización del país entero, diciendo que el caos de entonces era parte del plan, y que todo aparentaba desorden propositivamente, con el objetivo de desconcertar a los servicios de inteligencia gubernamentales de México y Estados Unidos, pero no lo haré.
Si a la repetida bolsa de preguntas que ustedes llaman “luna”, le preguntáramos que vio en esas noches en las montañas del sureste mexicano, seguramente diría: “Parecía una sombra múltiple, sin destino, rota”.
Claro que yo hubiera preferido que la luna se refiriera a nosotros como un “espejo fragmentado”, pero alguien que hace tantas preguntas no puede mentir, así que eso éramos: una sombra rota. Tal vez lo somos de nuevo, tal vez lo volveremos a ser.
En otras ocasiones he dado fragmentos de esta forma tan peculiar que tenemos las zapatistas, los zapatistas, de asomarnos al futuro, al mañana. Hay una especie de ironía sobre la muerte y, al mismo tiempo, una gran esperanza por la vida.
¿Por qué?
No han sido pocas las solitarias madrugadas en que he tratado de responder a esa pregunta que la luna nos reitera con su vaivén luminoso. Ha sido el Viejo Antonio, aquel indígena de raíz maya que fue puerta y ventana para nosotros, quien aventuró una respuesta:
“Es cuestión del habla y su tiempo. El presente se habla en individual, el pasado y el futuro en colectivo. La muerte, entonces, es una cuestión que sólo tiene poder en lo individual, y la vida sólo es posible en colectivo. Por eso decimos “muero” y por eso decimos “vivimos”, y “viviremos”.
Y como si tal, ahora recuerdo el diagnóstico típico de las enfermeras zapatistas, y que era así comunicado a los pacientes. No era un “no es grave, te vas a curar”, sino un “de por sí vas a morir, pero no luego, todavía vas a tardar”. Eso sí, el paciente se recuperaba rápidamente. Aunque no sé si por el estímulo de un diagnóstico tan motivador… o porque, al preparar la inyección, la insurgenta de sanidad tenía la gentileza de informarle al paciente que la última vez que había inyectado, se le había roto la aguja dentro de la nalga del compañero. “Pobre compa”, decía mientras sobaba con un algodón empapado de alcohol el lugar donde iba a inyectar, “creo que todavía tiene el pedazo dentro y por eso camina chueco”.
Con todo esto quiero decir que hace 14 años sí pensábamos en la muerte, pero era un asunto particular, como lo son el cepillo de dientes y la ropa interior… bueno, si es que se puede llamar ropa interior a esos pedacitos de tela que las féminas usan ahora y que, además, se las ingenian para que se vean con los pantalones caídos a la cadera.
Mmh… ya me está dando hambre, así que mejor me apuro y completo lo que quiero decirles…
Les decía que si la muerte posible y probable era, y es, una cuestión individual y personal, la vida era y es, para nosotros, un asunto del colectivo que éramos, que somos, que seremos.
En otras palabras, para el zapatismo del EZLN, el fracaso y la muerte se conjugan con la primera persona del singular, (el “Yo, Mi, Me, Conmigo” que diera título a uno de los discos de Joaquín Sabina); y, en cambio, el éxito y la vida llevan siempre de la mano el “nosotros” que nos da identidad, pasado y mañana (lo que se conoce como “Utopía”, que, por cierto, es el nombre de uno de los discos de Joan Manuel Serrat).
En resumen, aquella víspera de la guerra contra el olvido, no es que no cargáramos, además de fuego, con dudas. Las teníamos, y muchas. Pero no se referían a nuestro destino individual o de colectivo. Estas cuestiones se habían resuelto tiempo antes, cuando cada uno de nosotros, cada una de nosotras, habíamos llegado al punto en que, eso sí como algo personal e individual, habíamos llegado a la gran bifurcación que suele presentar el andar del mundo: ¿arriba o abajo?, ¿a la derecha o a la izquierda?, ¿el protagonismo individual o el anónimo colectivo?, ¿la luz o la sombra?
No, las dudas tenían qué ver con lo que encontraríamos acá afuera.
Acháquenlo a nuestro pesimismo dialéctico o a nuestra desconfianza ancestral, pero el caso es que pensábamos que seríamos recibidos con el silencio, la sordera, la condena, la lapidación. Claro, además de con balas y bombas. “No son bombas, son rockets”, dijo el autodenominado historiador y entonces fan de Carlos Salinas de Gortari, como después lo sería de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, López Obrador (antes del fraude, claro) y ahora lo es de Felipe Calderón. Creo que se llama Héctor Aguilar Camín, quien, por cierto, ahora firma un libro sobre Acteal, porque el patiño Tello Díaz no estaba a la mano. Más dinero para ampliar los anexos, a cambio de lavar el crimen de Estado que lleva el sello de una guerra de exterminio que lleva ya 515 años,
Llama la atención de que la memoria que se hace de Acteal edite el lugar de Gustavo Iruegas, encargado de las relaciones exteriores del llamado gobierno legítimo de López Obrador. Y que, en el momento en que se denuncia la participación de ex guerrilleros en la estrategia de contrainsurgencia que se echó a andar entonces, y que culminó con la Matanza de Acteal, se olvide que uno de los jefes de la delegación gubernamental de Zedillo era el señor Iruegas, hoy súbitamente converso a la causa de la izquierda.
Bueno, no nos desviemos, después de todo allá arriba, Aguilar Camín sí encontrará los ecos que necesita para cobrar donde siempre ha cobrado.
Volvamos a aquellos días. Porque resulta que nos equivocamos. Y nos equivocamos por partida doble.
Porque encontramos, sí, a los Anexos y las respectivas Vueltas a la derecha, pero también encontramos entonces a quienes, pensamos entonces, trataban de entender, de entendernos.
Ya antes me he referido a que, en esa época, tuvimos la fortuna de contar con el interés de trabajador@s de los medios de comunicación, además de artistas, intelectuales y científicos progresistas. El oído que prestaron entonces es algo que fue fundamental y que recordamos, aunque cada vez con más nostalgia.
La presencia de estas personas fue importante. Sin embargo, no me referiré ahora a su notable ausencia, a su reprochable silencio, o a los respectivos deslindes a moda y conveniencia.
En cambio, quisiera mencionar a quienes se acercan a las luchas, movimientos y pueblos ofreciendo apoyo, cuando en realidad están dando un préstamo con altísimos intereses. Es decir, a aquellas personas que convierten la solidaridad con una causa, en botín y usan esos apoyos para construirse su escalera propia al Poder.
Porque resulta que si nos equivocamos al suponer que estaríamos solos, también nos equivocamos al pensar que lo que fue interés primero, y después simpatía, apoyo y solidaridad, era algo sincero y honesto.
En aquellos primeros días, desconocedores del ir y venir de afuera, se nos acercaron personas en quienes confiamos. No sabíamos entonces que, con su mano, iban también sus fobias y sus filias. Y que no pensaban sino en cómo hacer uso del lugar que la sangre de nuestros muertos había conquistado.
Es común que, cuando se habla con generalidades, los aludidos le saquen al bulto y digan que nos referimos a otros, a otras. Así que habrá que nombrar también a las personas que fueron de la CONAC-LN y luego del FAC-MLN. Que, cuando se puso de moda acusarnos de “reformistas armados” y “pequeño burgueses” la emprendieron en contra nuestra con singular entusiasmo. Los “radicales” de entonces son ahora mansitos corderos en los corrales del Poder. El señor Benito Mirón Lince es un botón de la muestra. El hoy funcionario del gobierno del DF, ha saltado de puesto en puesto, olvidando que hace unos años era un furibundo crítico de la izquierda institucional y del reformismo. Claro que la radicalidad le duró hasta que el presupuesto lo alcanzó.
Después fuimos descubriendo que la supuesta solidaridad con el zapatismo, no había sido, para ellas y ellos, nada más que una inversión.
Los hoy funcionarios reparten limosnas para lavarse la cara, guardan o exhiben sus fotos con zapatistas según vayan los vientos, se felicitan mutuamente por su prudente madurez, y engordan la cartera con billetes y tarjetas de crédito, y su corazón con coartadas que maquillen sus traiciones y claudicaciones.
Esto pasó y pasa no sólo en México, también en Europa. Colectivos de solidaridad que entonces tendieron puentes, hoy nos atacan, guardan un silencio cómplice o se distancian con un oportunismo que tiene como marcapasos el rating en los medios de comunicación.
Y pretenden que, en pago a los “favores recibidos” (así lo dicen), el EZLN debe apoyar sus posiciones sobre la justa lucha del pueblo Vasco, sus políticas de apoyo vergonzante al intervencionismo norteamericano y europeo, sus suspiros por las monarquías que manchan el viejo continente, su quehacer que de tan bien portado y neutro, apesta. Como no lo hacemos, entonces se retiran o se mudan a lo que esté de moda, eso sí, previo deslinde público… o privado.
En estos y otros suelos, los usureros de la solidaridad nos reclaman una autocrítica, nos exigen pedir perdón por no obedecerlos, por no seguirlos, por no someternos.
Nos equivocamos entonces. Ahora sabemos que la solidaridad que no se dan sin condiciones, sin esperar nada a cambio, no es más que otra forma de usura, la del que pretende sacar ganancia del dolor y la lucha ajenos.
Todo esto también viene al caso porque éste es un foro de solidaridad con las comunidades indígenas zapatistas.
Y yo sólo vine para avisarles que, aquellas personas, grupos, colectivos, organizaciones que piensen practicar la usura con sus apoyos y solidaridad para con nuestros pueblos, sepan que no tendrán retribución alguna. Les decimos que se vean en el espejo que arriba simula ser de izquierda, que asistan a sus cafés, a sus convivios, a sus mesas de redacción, a sus consejos nacionales, a sus oficinas gubernamentales. Escucharán, con sorprendente unanimidad, que el zapatismo ya pasó de moda, cometió muchos errores, no es realista, es sectario, es radical, es naco,… es consecuente.
Que no me malinterprete, no es que seamos malos deudores o que no queramos pagar.
Se trata simplemente de una confusión.
Porque en esto largo batallar, los pueblos indios todos, no sólo los zapatistas, somos los acreedores.
Así es desde que el mundo empezó su andar. Así fue hace 200 años. Así fue hace un siglo.
Así será cuando el calendario de abajo vuelva a alcanzarnos y a presentarle al arriba la interminable cuenta de debes que abajo y a la izquierda se acumulan.
Porque, hay que decirlo, tal vez lo que el Che mencionó como visto en lontananza no era sino el lugar donde la libertad es punto de llegada y de un nuevo paso: el de ser mejores
Vale (aunque sea un vale para la gasolina). Salud y que, en las sumas y restas, gane el mañana. Muchas gracias. Subcomandante Insurgente Marcos.México, Octubre del 2007.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Importante. VII JORNADAS DE SOCIOLOGIA ARGENTINA 2007...!

2do Seminario: Zapatismo, reflexión teórica y subjetividades emergentes. Profs. John Holloway, Sergio Tischler y Fernando Matamoros 8 y 9 /11/2007‏
De: Néstor López (neslopez@fibertel.com.ar)


VII Jornadas de Sociología


Seminario: Zapatismo, reflexión teórica y subjetividades emergentes
Profs. John Holloway, Sergio Tischler y Fernando Matamoros
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Posgrado de Ciencias Sociales

Organizan: Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Revista Herramienta, IADE- Revista Realidad Económica
Auspicia: CEIL-PIETTE del Conicet


Jueves 8 y Viernes 9 de noviembre del 2007, Horario de 9 a 13.00hs
Lugar: Aula Nº 2 del Instituto Gino Germani, Pte J.E. Uriburu 950 6ª , Buenos Aires Se ruega estar 15 minutos antes para la inscripción definitiva.
Pre. Inscripción; e mail: revista@herramienta.com.ar

Importante John Holloway en Argentina...!



VII Jornadas de Sociología



Seminario: LA CRISIS DEL TRABAJO ABSTRACTO
Prof. John Holloway Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Posgrado de Ciencias Sociales

Organizan: Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Revista Herramienta, IADE- Revista Realidad Económica
Auspicia:CEIL-PIETTE del Conicet


Lunes 5 de noviembre del 2007, Aula Nº 100; Martes 6 de noviembre del 2007, Aula Nº 512; Miércoles 7 noviembre del 2007, Aula Nº 401
Horario de 9,00 a 13,00 hs.
Lugar: Facultad de Ciencias Sociales, Marcelo T. de Alvear 2230, Buenos Aires Se ruega estar 15 minutos antes para la inscripción definitiva.
Pre. Inscripción: e mail: revista@herramienta.com.ar

jueves, 18 de octubre de 2007

A LOS COMPAÑEROS DE SOCIOLOGÌA...!


Movimiento Estudiantil de Sociología de la Universidad Nacional de Mar del Plata. “M.E.S”.

Estimados Compañeros de Sociologia:

Defendiendo los derechos democraticos y el respeto por todas las creencias, pero comprometidos con el bienestar de todos los estudiantes de la Facultad de Humanidades. Y en especial con nuestra carrera llamamos a todos los compañeros de Licenciatura en Sociología a Votar por la agrupación “Ya Basta” por luchar por los derechos de los Estudiantes de Humanidades y sus inquietudes concretas. No vamos a hablar de los muchos errores y desaciertos del Frente 2O De Diciembre, pero si vamos a decir que sus desaciertos y actitudes desonestas con los estudiantes, dejan claro que solo un cambio real y concreto se hace necesario para Sociologia, los estudiantes, ya no pueden esperar promesas sin futuro, nosotros amamos nuestra carrera, y por una reivindicación historica, estamos dispuestos a dar la batalla por nuestros compañeros, muchos estudiantes de Sociologia quedaron por el camino, fuera de la carrera por causas evitables, responsabilizamos al Frente 20 del 12. Nuestra carrera reclama, un espacio edificio unico donde cursar, una fotocopiadora eficiente, un espacio para la propuesta de ideas, un espacio para el deporte y la recreación. Es necesario un Centro De Estudiantes que responda y garantice bandas horarias de cursadas para todos los estudiantes. La Universidad debe ser de todos sin sectarismos de ningún tipo, todo compañero tien derecho a expresar libremente sus ideas dentro de un marco democratico verdadero.

COMPAÑEROS VOTEN “YA BASTA”JUSTICIA PARA SOCIOLOGIA...! Sociologia al Gobierno de Humanidades....!

M.E.S MOVIENTO ESTUDIANTIL DE SOCIOLOGIA UNMDP.

FRATERNIDAD UNIVERSITARIA DE LOS COMUNES Y IGUALES.

martes, 16 de octubre de 2007

LLAMDO DEL M.E.S A VOTAR EN HUMANIDADES POR YA BASTA...!

QUERIDOS COMPAÑEROS DE SOCIOLOGÍA :

LE DAMOS LAS GRACIAS POR SU INCONDICIONAL APOYO A NUESTRO PROYECTO DE OPOSICIÒN AL FRENTE 20 DE DICIEMBRE, FRENTE QUE HA VENIDO GOBERNANDO LA FACULTAD DE HUMANIDADES CON INNUMERABLES ERRORES Y DESACIERTOS QUE HAN DESEMBOCADO EN PERJUICIO DEL ESTUDIANTE DE SOCIOLOGÍA. ANTE TODO COMO ESTUDIANTES EN OPCIÓN AL GOBIERNO DEL FRENTE 20 DE DICIEMBRE Y COMO HOMBRES Y MUJERES CON PRINCIPIOS BIEN DEFINIDOS. LLAMAMOS A VOTAR EN LAS ELECCIONES DE CENTRO DE ESTUDIANTES A LA AGRUPACIÒN YA BASTA, AGRUPACIÒN DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS COMPROMETIDOS DE VERDAD CON LA PROBLEMATICA ESTUDIANTIL QUE AQUEJA A LA CARRERA DE SOCIOLOGÍA Y DEMÁS QUE SE DICTAN EN LA FACULTAD DE HUMANIDADES. "VOTA YA BASTA"
EN ESTAS ELECCIONES VOTA UNA OPCIÓN AUTENTICA Y HONESTA...!
TITO.

martes, 25 de septiembre de 2007

EXCLUSIVO JOHN HOLLOWAY AL M.E.S.







Poesía y Revolución
John Holloway
[1]

Es un honor y una emoción estar aquí en otro mundo, un mundo extraño de gente rara, de artistas. Cuando estaba tratando de pensar qué podría posiblemente decir a artistas sobre el arte, me acordé que hace unos meses alguien me describió como el poeta del movimiento altermundista. No entiendo por qué lo dijo, pero yo me sentía enormemente halagado, a pesar de saber que el lo entendía como un insulto, o una descalificación. Lo entendía como descalificación porque estaba diciendo que la teoría revolucionaria no se debe confundir con la poesía. La poesía es peligrosa porque tiene que ver con un mundo bello pero irreal, mientras que la teoría revolucionaria tiene que ver con el mundo real de lucha dura. En este mundo real de lucha, hay que enfrentar lo feo con lo feo, las armas con las armas, la brutalidad con la brutalidad.

No estoy de acuerdo con este argumento. Al contrario, quiero proponer que la teoría y práctica revolucionarias tienen que ser poéticas o artísticas para ser revolucionarias, y también que el arte tiene que ser revolucionaria para ser arte.

(Perdónenme por favor si hablo de revolución. Sé que es una palabra pasada de moda. Nada más, tomo como punto de partida que todos sabemos que el capitalismo es una catástrofe para la humanidad, y que si no logramos deshacernos de él, si no logramos cambiar el mundo de forma radical, es muy posible que los humanos no vayamos a vivir muchos años. Por eso hablo de revolución.)

En un dicho famoso, Adorno dijo que después de Auschwitz ya no era posible escribir poesía. No tenemos que regresar los sesenta años a Auschwitz para entender lo que quería decir. Tenemos horrores suficientes a la mano, tal vez sobre todo aquí en Colombia, sobre todo en América Latina, sobre todo en el mundo de hoy (Abu Ghraib, Guantánamo). En este mundo, pensar en crear algo bello parece una falta terrible de sensibilidad, una burla casi de aquellos que en este momento están siendo torturados, brutalizados, violados, asesinados. ¿Cómo podemos escribir poesía o pintar cuadros o dar conferencias cuando sabemos lo que está pasando alrededor de nosotros?

Pero ¿entonces qué? Lo feo contra lo feo, la violencia contra la violencia, el poder contra el poder, todo eso no es ninguna revolución. Revolución, la transformación radical del mundo no puede ser simétrica: si lo es, no hay ninguna transformación, simplemente la reproducción de lo mismo con otras caras. La asimetría es la clave del pensamiento y la práctica revolucionarios. Si estamos luchando para crear otra cosa, entonces nuestra lucha también tiene que ser otra cosa.

La asimetría es central porque estamos luchando no contra un grupo de personas sino contra una forma de hacer las cosas, una forma de organizar el mundo. El capital es una relación social, una forma en que las personas se relacionan la una con la otra. El capital es el enemigo, pero esto quiere decir que el enemigo es cierta forma de relaciones sociales, una forma de organización basada en la supresión de nuestra determinación de nuestro propio hacer, en la objetivación del sujeto, en la explotación. Nuestra lucha por otro mundo tiene que significar que estamos contraponiendo otras relaciones sociales a las que combatimos. Si luchamos simétricamente, si aceptamos los métodos y las formas de organización del enemigo en nuestra lucha, entonces lo único que estamos haciendo es reproducir el capital dentro de nuestra oposición a él. Si luchamos sobre el terreno del capital, perdemos aún si ganamos.

Pero qué es esta asimetría, esta otredad que oponemos al capital?

En primer lugar, la asimetría significa negación, negación del capital y sus formas. No, no aceptamos. No, no aceptamos que el mundo tiene que estar dirigido por la ganancia. No, nos negamos a subordinar nuestras vidas al dinero. No, no vamos a luchar en el terreno de ustedes, no vamos a hacer lo que esperan que hagamos. ¡No!

Nuestro No es un umbral. Abre otro mundo, un mundo de otro hacer. No, no vamos a moldear nuestras vidas según los requerimientos del capital, haremos lo que nosotros consideramos necesario o deseable. No vamos a trabajar bajo el mando del capital, vamos a hacer otra cosa. Contra un tipo de actividad ponemos otra actividad muy diferente. Marx habló del contraste entre estos dos tipos de actividad como “el doble carácter del trabajo” e insistió en que este doble carácter del trabajo “es el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política” – y, podemos agregar, por lo tanto del capitalismo. Habla de los dos lados del trabajo como “trabajo abstracto” por un lado y “trabajo útil o concreto” por el otro. El trabajo abstracto se refiere a la abstracción que el mercado impone en el proceso de creación: está vaciado de toda concreción, abstraído de sus características particulares, de tal manera que un trabajo es igual a cualquier otro trabajo. Es trabajo alienado, trabajo que está alienado, abstraído o separado de la gente que lo hace. (El concepto de trabajo abstracto no tiene nada que ver con el carácter material o inmaterial del trabajo.) El trabajo útil o concreto se refiere a la actividad creativa que existe en cualquier sociedad y que es potencialmente desenajenado, libre de determinación ajena. Para hacer la distinción un poco más clara, hablaré de trabajo abstracto por un lado y del hacer creativo-útil por el otro.

Nuestro No abre la puerta a un mundo de hacer creativo-útil, un mundo basado en el valor de uso y no en el valor, un mundo que empuja hacia la auto-determinación. ¿Dónde está este mundo? El marxismo ortodoxo nos dice que existe en el futuro, después de la revolución, pero no es cierto. Existe ahora, aquí y ahora, en las grietas, en las sombras, siempre al borde de la imposibilidad. Su núcleo es el hacer creativo-útil, es decir el empuje hacia la auto-determinación que existe en, contra y más allá del trabajo abstracto. Existe en el trabajo abstracto en la actividad diaria de todos nosotros que vendemos nuestra fuerza de trabajo para sobrevivir, contra en la revuelta constante contra el trabajo abstracto desde dentro del empleo y en la negación a entrar a una relación de empleo, y existe más allá del trabajo abstracto en los intentos de millones y millones de personas en todo el mundo de dedicar sus vidas (o lo que pueden de sus vidas), individual o colectivamente, a lo que ellos consideran importante o deseable.

Si entendemos al capitalismo como un sistema de mando, entonces estas desobediencias, estos intentos de hacer otra cosa, estos haceres que van contra y más allá del trabajo abstracto se pueden entender como grietas en el sistema. Es gente diciendo individual, colectiva o a veces masivamente “No, no vamos a hacer lo que dicta el dinero, nosotros en este momento, en este lugar, vamos a hacer lo que consideramos necesario o deseable, y vamos q crear las relaciones sociales que queremos tener.” Estas grietas pueden ser tan pequeñas que nadie las ve (la decisión de un pintor de dedicar su vida a la pintura, sean lo que sean las consecuencias) o pueden ser más grandes (la creación de una escuela rebelde o este coloquio, por ejemplo), o pueden ser enormes (como la revuelta de los zapatistas, o el movimiento piquetero, o las revueltas de los indígenas en Bolivia en los últimos años). Estas grietas son siempre contradictorias y siempre existen al borde de la imposibilidad, porque toman una posición contra el flujo dominante del mundo. Como saben los artistas tal vez mejor que nadie, está difícil vivir de la pura pasión, pero eso es lo que hacen muchos artistas: a pesar de las dificultades, anteponen su hacer creativo al trabajo abstracto, el valor de uso al valor, se niegan a aceptar la lógica del mundo e intentan vivir. No todos, pero muchos.

A pesar del hecho de que se oponen a la lógica del mundo, estas grietas existen por todos lados, y mientras más nos enfocamos en ellas, más nos damos cuenta de que el mundo está lleno de grietas, de gente que se niega a conformar, que se niega a subordinar su vida a la lógica del capital. Hablar de grietas no es hablar de la marginalidad, no hay nada más cotidiano que estar en contra del capitalismo. La revolución es simplemente el reconocimiento, la creación, expansión y multiplicación de estas grietas. (Hablo de grietas y no de autonomías para enfatizar tres puntos: primero, que son rupturas, que tienen sus raíces en la negación, que van contra el flujo dominante; segundo, que son rupturas en movimiento – las grietas corren, se expanden o se llenan; y tercero que un mundo de grietas es un mundo fragmentado, o un mundo de particularidades, en el cuál las grietas tienden a juntarse, pero no necesariamente tienden a la unidad.)

Nuestra visión del mundo se cambia cuando entramos al otro mundo, al mundo basado no en el trabajo abstracto sino en el hacer útil-creativo, no en el valor sino en el valor de uso. Este es el mundo del comunismo, pero no es en el futuro (o no solamente), es un mundo que existe aquí y ahora, en las grietas, como movimiento. Parece que el mundo capitalista es unidimensional, pero no es así. Nunca hay un aplastamiento total de las alternativas. Siempre existe otra dimensión, una dimensión de resistencia, de otredad – el mundo del comunismo que existe en las grietas, en las sombras, un mundo subterráneo.

Este mundo medio invisible es un mundo de dolor pero no de sufrimiento. Es un mundo de dolor porque el otro mundo, el mundo del trabajo abstracto, está sentado encima de él, lo suprime y reprime. El mundo del trabajo abstracto es un mundo de dinero, de cosas, de relaciones sociales reificadas, de la objetivación de los sujetos humanos, objetivación hasta el punto de asesinato, violación y tortura. El dolor está en el centro de nuestro mundo, pero no el sufrimiento. El sufrimiento implica una pasividad, una aceptación de la objetivación. Pero nuestro mundo es el mundo del sujeto que se niega a aceptar su objetivación, del creador que lucha contra la negación de su creatividad. Nuestro dolor no es el dolor del sufrimiento, sino el dolor de un grito de pena y rabia, el dolor que nos mueve a la acción.

Nuestro dolor es el dolor de la dignidad.

En nuestro corazón había tanto dolor, tanta era nuestra muerte y pena que no cabía ya, hermanos, en este mundo que nuestros abuelos nos dieron para seguir viviendo y luchando. Tan grande era el dolor y la pena que no cabía ya en el corazón de unos cuantos, y se fue desbordando y se fueron llenando otros corazones de dolor y de pena, y se llenaron los corazones de los más viejos y sabios de nuestros pueblos, y se llenaron los corazones de hombres y mujeres jóvenes, valientes todos ellos, y se llenaron los corazones de los niños, hasta de los más pequeños, y se llenaron de pena y dolor los corazones de animales y plantas, se llenó el corazón de las piedras, y todo nuestro mundo se llenó de pena y dolor, y tenían pena y dolor el viento y el sol, y la tierra tenía pena y dolor. Todo era pena y dolor, todo era silencio.

'Entonces ese dolor que nos unía nos hizo hablar, y reconocimos que en nuestras palabras había verdad, supimos que no solo pena y dolor habitaban nuestra lengua, conocimos que hay esperanza todavía en nuestros pechos. Hablamos con nosotros, miramos hacia dentro nuestro y miramos nuestra historia: vimos a nuestros mas grandes padres sufrir y luchar, vimos a nuestros abuelos luchar, vimos a nuestros padres con la furia en las manos, vimos que no todo nos había sido quitado, que teníamos lo mas valioso, lo que nos hacia vivir, lo que hacia que nuestro paso se levantara sobre plantas y animales, lo que hacia que la piedra estuviera bajo nuestros pies, y vimos, hermanos, que era DIGNIDAD todo lo que teníamos, y vimos que era grande la vergüenza de haberla olvidado, y vimos que era buena la DIGNIDAD para que los hombres fueran otra vez hombres, y volvió la dignidad a habitar en nuestro corazón, y fuimos nuevos todavía, y los muertos, nuestros muertos, vieron que éramos nuevos todavía y nos llamaron otra vez, a la dignidad, a la lucha.' (Carta del CCRI, 1/2/1994)

Nuestro mundo no es solamente un mundo de dolor sino un mundo de dignidad. Dignidad es la negación dentro de nosotros, la negación a someternos, la negación a ser un objeto y por lo tanto es más que la negación. Si yo me niego a ser un objeto, entonces afirmo que, a pesar de todo lo que me reduce al nivel de un objeto, todavía soy un sujeto y creo. Creo otramente. La dignidad es la afirmación del hacer creativo contra la abstracción del trabajo, aquí y ahora y no en el futuro. La dignidad es la afirmación que no somos víctimas. ¿Por qué? Porque a pesar de todo, todavía tenemos aquello que “hace que nuestro paso se levante sobre plantas y animales”: todavía tenemos algo que va más allá, algo que desborda nuestra humillación y objetivación. Hay un mundo de diferencia entre una política de dignidad y una política de la pobre víctima. Las víctimas son las masas pisoteadas, necesitan líderes, necesitan estructuras jerárquicas. El mundo de las víctimas es el mundo del poder, un mundo que embona fácilmente con las estructuras del Estado, es el mundo del partido, el mundo del monólogo. Pero si partimos de la dignidad, si partimos del sujeto que existe contra y más allá de su objetivación, esto nos lleva a una política muy distinta, una política no de monólogo sino de diálogo, de escuchar en lugar de hablar, una política no de partidos y estructuras jerárquicas sino de asambleas o consejos, una política que busca no conquistar el poder sobre representado por el Estado, sino construir el poder-hacer que viene desde abajo. Una política de hacer, no de quejarnos. Las víctimas se quejan, la dignidad hace.

La dignidad implica el reconocimiento que somos internamente divididos, cada uno de nosotros. La dignidad es un auto-antagonismo dentro de nosotros, un auto-antagonismo que es parte inevitable de vivir en una sociedad auto-antagónica. Sometemos, pero no lo hacemos. Dejamos que nos traten como objetos, pero luego levantamos la cabeza y decimos que no, que somos sujetos creativos. Rompiendo el capital, rompemos a nosotros mismos. La dignidad es una ec-stasía dentro de nosotros, un pararnos contra y más allá de nosotros, una proyección más allá. Seríamos víctimas si no tuviéramos esta dignidad ec-stática dentro de nosotros que mantiene a la piedra bajo nuestros pies. Las pies están bajo nuestros pies porque no tienen dignidad. Si las pisoteamos, quedan pisoteadas. Las piedras son identidades, son. Nuestra dignidad ec-stática es nuestra no-identidad, o mejor, nuestra anti-identidad, nuestra negación a ser simplemente. El capital nos impone una identidad, nos dice que somos. Nuestra dignidad contesta que no es así, que no somos: no somos porque hacemos, creamos y, creando, nos negamos y creamos a nosotros mismos. Desbordamos a todas las identidades, todos los papeles y personificaciones que el capital nos impone. Desbordamos a todas las clasificaciones. El capital nos impone clasificaciones, nos divide en clases. Nuestra lucha es una lucha de clases, pero no para fortalecer la identidad clasista sino para romperla, para disolver las clases, liberarnos de toda clasificación. Esto es importante porque, entre otras cosas, hace imposible el sectarismo. El sectarismo está basado en el pensamiento identitario (es decir capitalista): pone etiquetas, concibe a las personas como cabiendo dentro de una clasificación. Si nuestro punto de partida es la dignidad, esto implica la aceptación que nosotros, como todos, somos contradictorios, auto-antagónicos, que desbordamos a cualquier clasificación.

Desbordando a la identidad, desbordamos al tiempo mismo, al tiempo identitario, al tiempo reloj. Nuestro mundo de dolor y dignidad, nuestro mundo borroso del hacer contra-y-más-allá del trabajo abstracto es un mundo de los muertos-no-muertos y de los nacidos-no-nacidos. Nuestros muertos no son muertos, están esperando. Como dice Walter Benjamín, y como dicen también los zapatistas, los muertos están esperando su redención. Vimos a nuestros padres con la furia en las manos y ahora los tenemos que redimir. Murieron en el intento de crear un mundo digno, ahora nos toca a nosotros redimirlos creando este mundo. El mundo por el cuál lucharon nuestros muertos no existe aún, pero eso quiere decir que existe aún-no, como nos dice Ernst Bloch. Si las luchas del pasado existen en el presente de nuestro mundo, también existe el futuro posible. El mundo que aún no existe realmente existe aún-no, en las grietas, en nuestros sueños, nuestras luchas, nuestras rupturas con el mundo actual, nuestras creaciones que prefiguran otro mundo, en la siempre frágil existencia del futuro posible en el presente.

Frágil, borroso, medio invisible, siempre tambaleándose al borde de la imposibilidad, este es el mundo que habitamos, pobres rebeldes locos que no tenemos ninguna certeza, sólo una – el grito de NO contra el capitalismo, contra este mundo que nos está destruyendo y que está destruyendo toda la humanidad. A veces parece que no hay esperanza. Nuestra dignidad está ahí todo el tiempo, pero a veces parece que está profundamente dormido, drogado por el dinero, el trabajo o el miedo. Nuestra ec-stasía siempre está ahí, pero parece aplastado bajo el peso de la rutina. Nuestra no-identidad ahí está, pero parece totalmente encarcelado dentro de la jaula de la identidad. El aún-no está aquí, pero a veces parece atado a las manecillas del reloj que dicen que todo siempre va a seguir igual., que no hay cambio posible.

¿Cómo despierta nuestra dignidad? ¿Cómo toca a otras dignidades? ¿Cómo se hablan las dignidades? Somos los “sin voz”, como dicen los zapatistas. No solamente porque no tenemos acceso a la radio y televisión, pero también por otra razón. Nuestra lucha, siendo anti-identitaria en el sentido que va contra y más allá de las identidades, es anti-conceptual en el mismo sentido, es decir en el sentido que es una lucha que rompe y va más allá de los conceptos, que empuja más allá del lenguaje de la conceptualidad. El concepto identifica, encierra, sólo puede ir corriendo detrás de este movimiento que va rompiendo, rompiendo identidades y conceptos. El lenguaje de la dignidad tiene que ser conceptual (para entender y criticar lo que estamos haciendo), pero también tiene que ir más allá de lo conceptual, explorando otras formas de expresión, La teoría revolucionaria, entonces, tiene que ser rigorosa y también poética.

Nuestro mundo es un mundo en búsqueda de un lenguaje, no sólo ahora sino constantemente, en parte porque el otro mundo, él del trabajo abstracto, nos va robando el lenguaje todo el tiempo, pero también porque nosotros estamos inventando nuevos haceres y nuevas formas de lucha todo el tiempo. La teoría social, el arte y la poesía son parte de esta búsqueda constante.

Son probablemente los zapatistas que han entendido mejor que cualquier otro grupo esta búsqueda y la unidad de la estética y la revolución. Me refiero no solamente al lenguaje de sus comunicados sino también a su sentido profundo de teatro y simbolismo. Cuando se levantaron el primero de enero de 1994, expresaron no solamente su propia dignidad, también despertaron nuestras dignidades. “En la medida que proliferaban los comunicados rebeldes, nos fuimos percatando que la revuelta en realidad venía del fondo de nosotros mismos,” como comentó Antonio García de León. La dignidad de los zapatistas resonó con nuestras dignidades adormecidas y las despertó.

Una política de la dignidad es una política de la resonancia. Reconocemos la dignidad en la gente alrededor de nosotros, en el asiento junto a nosotros, en la calle, en el supermercado, y buscamos la forma de resonar con ella. No es cuestión de educar a las masas o de llevar consciencia a ellas, es más bien cuestión de reconocer la rebeldía que es inseparable de la opresión y de intentar de encontrar su onda, tratar de interpelarla en una reunión de dignidades. No es cuestión de convencer a personas enteras necesariamente sino de tocar algo dentro de ellas. Esta es la pregunta que debería estar detrás de toda acción anticapitalista: ¿cómo resonamos con las dignidades que nos rodean? Esta pregunta obvia fácilmente se pierde cuando adoptamos conceptos cerrados e identitarios de nuestra lucha.

¿Cómo resonamos con las dignidades que nos rodean?

Se requiere en primer lugar una sensibilidad aguda para reconocer las múltiples formas de rebeldía contra la opresión, y por lo tanto el rechazo a cualquier dogmatismo. Tenemos que escuchar lo inaudible, ver lo invisible.

Un mundo de dignidad no puede ser un mundo de “yo sé, tu no sabes”. Es un mundo más bien del no-saber compartido. Lo que nos une es que sabemos que hay que cambiar el mundo, pero no sabemos cómo hacerlo. Esto implica una política de preguntar-escuchar, pero también una experimentación constante. No sabemos cómo tocar las dignidades que nos rodean, entonces experimentemos.

Experimentemos, pero teniendo presente que el único arte que tiene sentido, como la única teoría social que tiene sentido, es un arte (o una teoría social) que se entiende como parte de la lucha para romper el capitalismo, para superar la sociedad actual. Esto significa entender lo que estamos haciendo como parte (parte heterodoxa, sin duda) de un movimiento, o un movimiento de movimientos. Y siempre con el principio central de la asimetría. No queremos ser ellos, no queremos ser como ellos.

Preguntando caminamos.

[1] Ponencia impartida en la Primera Cátedra Latinoamericana de Historia y Teoría del Arte Alberto Urdaneta, Museo de Arte Universidad Nacional, Bogotá, 17 de septiembre de 2007.

Me llamo John Holloway y vivo en Puebla, México. Imparto clases de sociología en la Universidad de Puebla. Entre mis principales intereses, se encuentran la crítica del capitalismo e intentar idear un sistema que nos permita escapar de esta terrible sociedad que hemos creado, para erigir un mundo más humano.
Si analizamos los hechos acontecidos en el último siglo, los gobiernos revolucionarios de Rusia, China y Cuba, aunque en el caso de Cuba la situación sea un poco más complicada, o si examinamos los gobiernos reformistas o los gobiernos que han llegado al poder gracias a un sistema electoral, podremos comprobar que no sólo constituyen una terrible decepción a escala mundial, sino también una terrible desilusión. No existe constancia de que ningún gobierno de izquierdas haya podido poner en práctica los cambios anhelados por todos aquellos que han luchado por conseguirlos. En la mayoría de los casos, el resultado no ha sido otro que la reproducción de las relaciones de poder, quizás ligeramente modificadas, pero sin dejar de ser relaciones de poder que excluyen al pueblo, reproducen injusticias materiales y promulgan una sociedad que no potencia la autodeterminación. Este sistema reproduce una sociedad en la que los individuos no participan en el desarrollo de la sociedad. Este argumento se podría analizar históricamente: los motivos de la reproducción de las relaciones de poder han sido diversos en Rusia, China, Albania, Cuba, Brasil, etcétera. No obstante, no podemos comprender las causas únicamente mediante una mera alusión a casos históricos concretos. Como es lógico, debemos tender a generalizar. La conclusión más obvia es que el intento de transformar una sociedad a través del estado parte de un razonamiento erróneo. Este razonamiento erróneo que consiste en transformar la sociedad a través del estado, está muy emparentado con la naturaleza del propio estado, con la idea de que el estado no es una mera institución neutral, sino más bien un sistema concreto de relaciones sociales, que surge del desarrollo del capitalismo. Este sistema de relaciones sociales se asienta sobre un principio que mantiene al pueblo al margen del poder y fomenta la separación y división del pueblo.
Cambiar el mundo sin tomar el poder, como su propio nombre indica, implica una necesidad de cambio del mundo. Este cambio debemos hacerlo partiendo de la base de que la lucha por cambiar el mundo no debe ser una lucha centrada en el estado y en la toma de poder del estado. Es fundamental que desarrollemos nuestras propias estructuras, nuestras propias formas de hacer las cosas. Un aspecto clave de este argumento consiste en hacer una distinción clara entre dos conceptos de poder; por una parte, un concepto de poder que oculta un antagonismo entre el poder-hacer y el poder creativo; y, por otra, el poder para dominar, es decir, el poder instrumental del capital. En otras palabras, ante la pregunta de cuál sería el significado del poder, la respuesta más obvia sería que el poder consiste en nuestra capacidad de hacer cosas. Bajo mi punto de vista, este poder siempre es un poder social, simplemente porque la acción de un individuo depende siempre de las acciones de otros. Resulta muy difícil imaginar una acción que sea completamente independiente de la acción de otro individuo. Es evidente que la acción que desarrollamos en el momento presente depende de la acción de cientos o de miles de personas que han creado la tecnología que utilizamos, que han desarrollado los conceptos de los que nos servimos, etcétera. Nuestro poder-hacer siempre es un poder social y un poder colectivo, nuestra acción siempre forma parte del flujo de acción social. Lo que ocurre ahora tras el capitalismo, si consideramos nuestro poder-hacer como una parte del flujo de acción social, es que no existe una división clara entre la acción de una persona y la acción de otra. Una desemboca en la otra. La acción de un individuo se convierte en condición previa para la acción de otros. Al no existir distinciones o identidades claramente definidas, no se delimitan líneas divisorias concretas. Por lo tanto, lo que ocurre en un sistema capitalista es que este flujo de acción se invalida ante afirmaciones por parte de los capitalistas tales como: "Como lo que has hecho me pertenece, me apropio de ello ya que es de mi propiedad". Y dado que la acción de un individuo es condición previa para la acción de otros, la apropiación por parte del capitalista de lo que se ha hecho, le otorga capacidad suficiente para dominar y administrar las acciones de otros. De este modo, el poder-hacer social se descompone, se transforma en su opuesto, es decir, en el poder del capitalismo para dominar las acciones de otros.El capitalismo es en esencia el proceso que permite la descomposición de este flujo de acción social, desarticulando la sociabilidad de la acción y anulando, por tanto, nuestro poder-hacer para transformarlo en un poder superior, en algo completamente ajeno a nosotros. De este modo, no debemos considerar nuestra lucha como una lucha de toma de poder, lo que implicaría apoderarnos de su poder, sino como una lucha que nos permita desarrollar nuestro propio poder-hacer, que inevitablemente sería un poder social. En esta lucha, debemos analizar dos conceptos muy distintos de poder, donde cada concepto tiene una lógica propia y bien diferenciada. La lógica del capital es una lógica de mando, de jerarquía y de división. Es una lógica que reniega de la subjetividad. Es un lógica que objetiviza al sujeto. Nuestra lógica es justamente lo contrario; es la lógica de la convivencia, es una lógica que permite la recuperación de la subjetividad y que no acepta el capital. La subjetividad no es individual, sino más bien social. Ello constituye dos formas muy distintas de pensamiento, dos formas muy distintas de acción. En nuestro caso, el cambio de la sociedad denota una cierta confianza en nuestra forma de acción, en el desarrollo autocrítico de nuestras propias formas de pensamiento y acción. Otra forma de expresarlo sería considerar la lucha por cambiar la sociedad como una lucha de clases, donde resultaría imprescindible concebir esta lucha como una lucha asimétrica. Una vez que empezamos a reproducir sus formas y a pensar en nuestra lucha como en un fiel reflejo de la suya, conseguimos reproducir el poder del capital dentro del marco de nuestra propia lucha.
La revolución que tengo en mente puede considerarse más una pregunta que una respuesta. Por una parte, queda claro que necesitamos experimentar una transformación básica de la sociedad; por otra, no hay duda de que la forma utilizada en el último siglo para transformar la sociedad a través del estado ha sido todo un fracaso. Esto nos lleva a la conclusión de que el cambio ha de realizarse de otro modo. No podemos abandonar la idea de la revolución. Lo que ha ocurrido en los últimos años es que la gente ha llegado a la conclusión de que tras el fracaso de la transformación de la sociedad a través del estado, la revolución se ha convertido en algo prácticamente inviable. Mi argumento es precisamente el contrario. De hecho, la revolución es mucho más apremiante ahora que antes. Teniendo en cuenta todo esto, se hace necesario el replanteamiento de un nuevo proceso, de otras vías que permitan el cambio. Aunque, por el momento, lo esencial es plantear la pregunta e intentar descubrir la mejor forma de desarrollarla. Es fundamental considerar a la revolución más como una pregunta que como una respuesta, porque de algún modo el proceso revolucionario debe entenderse como una cuestión que invite a la pregunta y al cambio, en lugar de ofrecer respuestas, y que implique a la gente en un proceso de autodeterminación.Obviamente, esta respuesta es demasiado general, aunque podemos profundizar un poco más en ella si analizamos lo que está sucediendo en la actualidad, si observamos las luchas que se suceden diariamente. Esto no significa necesariamente que debamos acudir al plagio, sino más bien a la observación crítica, analizando el modo en que algunos movimientos han intentado desarrollar formas de acción autónomas, fomentar el concepto de la dignidad, poner fin a la división existente entre el mundo de la política y el de la economía y perfeccionar nuevas formas organizativas.
La lucha zapatista, la revolución de 1994, así como los hechos acontecidos en los últimos diez años han tenido una gran repercusión. En parte por dos motivos: porque se alzaron, revelaron y sublevaron en una época en la que la sublevación no tenía cabida alguna en una sociedad moderna, en un capitalismo moderno. Aunque esto no es todo. Es además el hecho de que se haya replanteado el concepto de rebelión, de revolución o sublevación. Precisamente, parte de ello consiste en proponer una lógica distinta, un idioma distinto, una temporalidad distinta, una espacialidad distinta, que no es simétrica al idioma y a la temporalidad del capital y del estado. Por ejemplo, tras la revolución inicial, uno de los acontecimientos más importantes fue el "diálogo de San Andrés", es decir, el diálogo entre el gobierno mexicano y los zapatistas de la ciudad de San Andrés, en Chiapas. A simple vista, esto podría considerarse como un diálogo, una negociación establecida como un proceso simétrico entre ambas partes. Sin embargo, yo creo que el hecho más importante fue que los zapatistas dejaron claro desde un principio que, en primer lugar, no irían a negociar, y en segundo, que éste no era un proceso simétrico. El hecho de que no fuera un proceso simétrico quedaba acentuado, por ejemplo, por el modo en que vestían, su obstinación por vestir con trajes tradicionales, su empecinamiento, al menos en una ocasión, por utilizar su propio idioma y no doblegarse al uso del español. Y uno de los puntos más interesantes que surgieron fue, por ejemplo, la cuestión del tiempo. En una ocasión, y una vez ambas partes, el gobierno y los zapatistas, hubieron alcanzado un acuerdo o propuesta provisional, los zapatistas dijeron: "Bien, tenemos que presentar y discutir esta propuesta con nuestra gente antes de adoptar una decisión". A lo que respondió el gobierno: "No, es preciso que os decidáis, necesitamos una respuesta en menos de dos días". Y los zapatistas respondieron: "Eso es ridículo. Nuestra concepción del tiempo es distinta y todo lo sometemos a procesos de discusión". A lo que respondió el representante del gobierno: "¿Cómo podéis afirmar que vuestra concepción del tiempo sea distinta? Si no me equivoco, usted lleva un reloj japonés, que es el mismo que el que yo llevo". A lo que respondió el comandante Tacho diciendo que la gente del gobierno confunde el concepto del tiempo con un reloj. Para nosotros, el concepto del "tiempo" no es ése; el "tiempo" es algo completamente distinto. Su respuesta tuvo lugar aproximadamente dos meses más tarde. Precisamente, esa misma conciencia inicial era la que concedía a la rebelión confianza en sus propias estructuras, en su propio sentido del tiempo y en su propio sentido del espacio. Y esta idea del "tiempo", por ejemplo, está mucho más relacionada con la cuestión de las estructuras democráticas, con la obstinación por tomar decisiones a través de un proceso de discusión colectiva. Estas decisiones tomadas a través de un proceso de discusión colectiva son mucho más lentas y, por lo tanto, provocan una percepción del tiempo distinta. Por lo tanto, esta asimetría, esta falta de simetría entre la lógica de la dominación, por una parte, y la lógica de la sublevación, por otra, es algo absolutamente esencial en el movimiento zapatista desde sus comienzos. Hecho al que se hace referencia repetidas veces en sus comunicados, en el empleo de relatos, bromas, poesía, etcétera. Todo esto que, a primera vista, parece algo decorativo y secundario al proceso de sublevación, de hecho no lo es. Para la propia revolución, es fundamental proponer e insistir en una forma distinta de concebir el mundo, así como en una forma distinta de concebir las relaciones entre individuos. Al contrario de lo que ocurría con el concepto tradicional de la revolución, basado mucho más en una metáfora militar, en la idea de que existía un conflicto entre dos ejércitos, donde para poder derrotar al enemigo, se debían básicamente aceptar los métodos del enemigo. Únicamente un ejército para derrotar al otro, cuya organización fuera exactamente la misma que la del primero. Por ello, creo que es fundamental que los zapatistas acaben con todo esto y que se nieguen a aceptar este tipo de conceptos. La forma de sublevarse, la forma de revelarse debería consistir en el desarrollo de un lenguaje que expresara acciones y que el estado simplemente no entendiera. Esto lo han puesto en práctica sistemáticamente una y otra vez en los últimos diez años.
Con frecuencia, al pensar en el capitalismo y en el problema de la revolución, intentamos descubrir un modo que nos permita destruirlo. Esta forma de pensamiento no nos beneficia en absoluto, simplemente porque por mucho que pensemos en cómo destruir el capitalismo, su solución sería prácticamente inviable. Especialmente, porque pensar en la destrucción del capitalismo sería como compararlo con un gran monstruo, con un enorme monstruo con ejércitos, con un sistema educativo, con control sobre los medios y los recursos materiales, etcétera. Y ¿cómo podríamos nosotros acabar con este gran monstruo? Posiblemente, la mejor postura sería alejarnos de esta metáfora de la destrucción para pensar en ella de una forma completamente distinta.
El capitalismo no existe porque se haya creado en el siglo XIX o en el siglo XVIII, o en cualquier otro siglo. El capitalismo existe hoy en día únicamente como fruto de una creación actual. Si no lo creáramos el día mañana, entonces no existiría. Su duración parece ser independiente, pero de hecho no lo es. En realidad, el capital depende de un día para otro de nuestra creación de capital. Si nos quedáramos todos en la cama, el capitalismo dejaría de existir. Si dejáramos de crearlo, dejaría de existir. Los planteamientos acerca de cómo detener la creación del capitalismo, acerca de la revolución y de cómo detenerla, no implican la resolución de los problemas. Esto no significa que el capitalismo desaparezca en realidad el día de mañana (aunque quién sabe), pero es muy probable que no desaparezca mañana. Si concebimos la revolución como una forma que nos permita detener la creación del capitalismo, conseguiremos desvanecer, de algún modo, la imagen del capitalismo como ese gran monstruo al que debemos enfrentarnos, y podremos empezar a ampliar nuestro marco de posibilidades, a crear una nueva esperanza, una nueva forma de pensamiento sobre la revolución y sobre la transformación de la sociedad.
Una sociedad ideal debería poder crearse a sí misma. Al autocrearse, dispondría de total autodeterminación y, por lo tanto, no tendría demasiado sentido la concepción de una organización ideal, ya que la crearía la propia sociedad. Y la sociedad autocreada podría decidir un día asentarse en una sociedad muy distinta a la erigida en el pasado.

JOHN HOLLOWAY.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Seminario Internacional Sociologia,Historia,Geografia etc.

RV: SEMINARIOS de J. Holloway, F. Matamoros y S. Tischler en Buenos Aires, Noviembre 2007‏.
RV: SEMINARIOS de J. Holloway, F. Matamoros y S. Tischler en Buenos Aires, Noviembre 2007‏De: Néstor López (neslopez@fibertel.com.ar)Enviado: jueves, 13 de septiembre de 2007 01:54:02 p.m.La Revista Herramienta, el IADE y la Facultad de Ciencias Sociales, con el auspicio del CEIL PIETTE, invitan a:SEMINARIOS INTERNACIONALES:l)

“La Crisis del Trabajo Abstracto” dictado por John HollowayII) “Zapatismo, reflexión teórica y subjetividades emergentes” dictado por John Holloway, Fernando Matamoros y Sergio TischlerCiudad Autónoma de Buenos Aires:Del 5 al 9 de noviembre de 2007Organizan:Carrera de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales. UBA.Revista HerramientaRevista Realidad Económica-IADEAuspicia. CEIL PIETTE del CONICETEn la VII Jornada Nacional de Sociología se llevarán a cabo los siguientes seminarios:I) Seminario“La Crisis del Trabajo Abstracto”Profesor: John HollowayDías: lunes 5, martes 6 y miércoles 7 de noviembre, de 9:30 a 13:30 horasResumenEl doble carácter del trabajo es la clave para entender el desarrollo actual de la lucha de clases. En El capital, Marx no habla más de trabajo alienado, pero pone “el carácter dual del trabajo” en el centro de su crítica de la economía política.En El Capital, Marx distingue entre el trabajo abstracto y el trabajo útil (o concreto). El trabajo útil produce valores de uso y existe en cualquier sociedad, pero en el capitalismo existe en la forma de trabajo abstracto, trabajo abstraído de sus especificidades, trabajo que produce valor. La distinción entre trabajo abstracto y trabajo útil es esencialmente la misma que la distinción previa entre trabajo enajenado y actividad vital consciente.La dicotomía entre trabajo abstracto y hacer útil es un tema central de El Capital. El doble carácter del trabajo crea el doble carácter de la mercancía como valor de uso y valor; estructura la discusión del proceso de trabajo (como proceso de trabajo y proceso de producir plusvalía) y del proceso colectivo de trabajo (como cooperación por un lado y división de trabajo, manufactura, maquinaría e industria moderna por el otro).La relación entre el trabajo abstracto y el hacer útil es una relación antagónica. El hacer útil existe en-contra-y-más-allá del trabajo abstracto. Todos estamos conscientes del modo en el cual el hacer útil existe en el trabajo abstracto, del modo en el cual nuestra actividad diaria está subordinada a las exigencias del trabajo abstracto. Lo experimentamos también como proceso antagónico: como antagonismo entre nuestro impulso hacia la autodeterminación de nuestro hacer y la necesidad de hacer lo que tenemos que hacer para ganar dinero.Por lo tanto hay dos niveles de antagonismo estructural en el capitalismo. Primero está el antagonismo que Marx llama “el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política”: el antagonismo entre el hacer útil y el trabajo abstracto. Pero también existe un segundo antagonismo. El trabajo abstracto produce no solamente valor sino plusvalía, y esta plusvalía se acumula como capital. La acumulación se realiza a través de la explotación constante del trabajo abstracto (o asalariado), así que se puede hablar de un segundo antagonismo, el antagonismo entre capital y trabajo asalariado. Este segundo antagonismo depende de la conversión previa del hacer útil en trabajo abstracto.Existen así dos niveles de lucha de clases. Primero la lucha del hacer útil en contra de su propia abstracción, es decir, en contra del trabajo abstracto: esta es una lucha contra el trabajo (y por lo tanto contra el capital, ya que es el trabajo que crea el capital). Luego existe la lucha del trabajo abstracto contra el capital: esta es la lucha del trabajo. Esta última es la lucha del movimiento obrero; la primera es la lucha de lo que a veces se llama el otro movimiento obrero, pero no se restringe en ningún sentido al lugar de trabajo: la lucha contra el trabajo es la lucha contra la constitución del trabajo como actividad separada del flujo general del hacer. Los dos tipos de lucha son luchas contra el capital, pero tienen consecuencias muy distintas.El marxismo ortodoxo es la teoría del movimiento obrero basado en el trabajo abstracto. Por eso está casi totalmente ciego a la cuestión del fetichismo y al carácter doble del trabajo a pesar del hecho de que Marx insistió que este punto es el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política.El movimiento del hacer útil contra el trabajo abstracto ha existido siempre como corriente subterránea y subversiva en-contra-y-más-allá del movimiento obrero. Ya que el hacer útil es simplemente la riqueza enorme de la creatividad humana, el movimiento tiende a ser algo caótico y fragmentado, un movimiento de movimientos luchando por un mundo de muchos mundos. Aunque el hacer útil-creativo tiene un potencial infinitamente rico, existe siempre en-contra-y-más-allá de un enemigo común, la abstracción del hacer en trabajo. Por esto es importante pensar en contradicción y no simplemente diferencia. Es la lucha de la creatividad humana (nuestro poder-hacer, la “fuerza productiva del trabajo social”) contra su propia abstracción, contra su reducción a la producción gris de valor-dinero-capital.El hacer útil es la crisis permanente del trabajo abstracto. La existencia del capital es una lucha constante para contener el hacer dentro del trabajo abstracto, pero el hacer siempre desborda.La crisis está vinculada con la crisis del fordismo, una forma especialmente intensa del la abstracción del trabajo. La crisis del fordismo es el fracaso de la abstracción del hacer en trabajo. Las manifestaciones de la crisis son evidentes: el declive del movimiento sindical en todo el mundo; el debilitamiento de los partidos socialdemócratas; el colapso de la Unión Soviética y de los otros “países comunistas” y la integración de China en el capitalismo mundial; la derrota de los movimientos de liberación nacional en América Latina y África; la crisis del marxismo no solamente dentro de las universidades sino como teoría de lucha.La crisis es una intensificación de la lucha. La lucha del capital para reimponer la abstracción del trabajo se puede entender como neoliberalismo, posfordismo, posmodernismo, pero la crisis sigue abierta. La lucha contra el capital se debilita si seguimos pensando en términos de las viejas categorías derivadas de la lucha del trabajo abstracto. La única forma de entender la lucha anticapitalista ahora es como la lucha del hacer contra el trabajo.II) Seminario“Zapatismo, reflexión teórica y subjetividades emergentes”Profesores: John Holloway Fernando Matamoros y Sergio TischlerDocentes del Posgrado de Sociología, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de PueblaDías: jueves 8 de noviembre y viernes 9 de noviembre, 10 a 14 horasResumenEn el seminario se tratarán de plantear preguntas y reflexiones en torno al impacto del movimiento zapatista en el pensamiento revolucionario actual, las cuales pueden ser agrupadas en un conjunto de temas entrelazados entre si, como los siguientes: a) la crisis del sujeto revolucionario "clásico" en la forma zapatista; b) la crítica a la noción de revolución como estructura de poder y dominación; c) la centralidad del trabajo y temporalidad abstractas en la forma conceptual estadocéntrica de la revolución; la autonomía como forma política antitotalizadora del sujeto revolucionario.De repente, en un instante no previsto por los medios de comunicación y el poder, los pobres, los salvajes, los mal educados, los rebeldes vuelven a re-surgir de los lugares menos esperados, son negatividades que están en el centro mismo de los discursos dominantes totalizadores, adentro y afuera, al interior y al exterior de las instituciones —por ejemplo, los zapatistas, Atenco, Oaxaca, los piqueteros, las revueltas en Paris. Rompen las caracterizaciones del poder, dejan huellas, se vuelven centros vivos y autónomos de tiempos discordantes de la esperanza. Incomodan el buen comportamiento de las instituciones, molestan las buenas costumbres de la política. Como la historia de la resistencia, desde abajo y a contra pelo de la historia oficial, el tiempo del hacer de los zapatistas comienza, a pesar de todo, dentro del mundo y sus subjetividades, preguntando como transitar de un lugar de memoria a otro lugar posible de lucha para sembrar en el presente otro futuro. En el exterior del tiempo del poder (Estado, instituciones y medios de comunicación clasificando las verdades que son también no verdades), la pregunta interior abre caminos en la resistencia para la rebeldía, cuestiona las subjetividades de lo concreto y sus paradigmas. Las resistencias dejan de ser deseo en el sufrimiento para volverse estrategia autonómica de la insubordinación, estrellan en mil pedazos el espejo de la homogeneidad capitalista, amplifican los paisajes de lo posible.En este sentido, ¿qué podríamos decir de la experiencia, del tiempo del hacer zapatista? ¿Qué decir de ese alejamiento del mundo, allá en las montañas azules de Chiapas? Es en la clandestinidad, alejándose del tiempo del poder como totalidad, que los zapatistas vivieron la acumulación de tiempos de la palabra y de las resistencias del pasado. Después de construirse en la soledad de las Montañas azules, los indígenas, junto a otros movimientos revolucionarios, fundan el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), lugar de pensamiento y de re-novación de los imaginarios, pero también extensión de las prácticas políticas de la experiencia del tiempo del hacer en la historia de los de abajo, ir más allá de lo local.El nos-otros somos todo, o “queremos todo para todos, nada para nosotros” de los zapatistas, es parte del proceso de luchas contra el tiempo y la identidad del capital, es la dignidad irrumpiendo en el continum de la historia de una sociedad basada en la identidad y la negación de la dignidad. En este sentido, las negatividades en los espacios concretos de la globalización no nacen fuera del mundo, son una acumulación de deseos inscritos en los deseos de redención de los vencidos, son parte de las grietas en el paso de la esperanza; son herencias de las tradiciones creativas del pasado, son las resistencias de los más pequeños, de los sometidos en el pasado pero no para la eternidad. Los zapatistas son los signos negativos de los sueños fuera del mundo, se construyen constituyéndose en perspectiva al interior de lo concreto de la catástrofe del presente.Negándose a aceptar el juego institucional y del poder en las normalizaciones, los zapatistas regeneran críticamente su tiempo. Rompiendo el tiempo del Capital, enfrentan los mitos nuevos de la media visión de la mundialización y “utopías” realizadas del fin de la historia. Imaginan sus propias leyendas y cosmovisión como rupturas del mito y naturalización de las relaciones sociales. Desde la herencia d ela resistencia, inventan nuevas formas de soberanía contra el poder. Anuncian tormentas en los dolores ocasionados por el dólar en la vida cotidiana. Con la sangre derramada construyen otra posibilidad más de lo olvidado por los poderosos; con los deseos del todavía-no pensado y actuado siguen soñando y creyendo que el futuro pertenece a la belleza de los sueños de otro mundo.Curriculum VitaeJohn HollowayNació en Dublín, Irlanda. Es abogado, Dr. en Ciencias Políticas de la Universidad de Edimburgo, y diplomado en Altos Estudios Europeos en el College d’Europe. Desde 1972 es profesor del departamento de Política de la Universidad de Edimburgo.Actualmente es profesor e nvestigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de la ciudad de Puebla, México.Ha publicado numerosos libros y ensayos: en 1978 con el Dr. Sol Piccioto, The State and Capital: a marxist debate; como miembro del Taller de las Universidades de Edimburgo y Londres, en 1979: In Against The State cuya versión abreviada se conoció en castellano como El Estado y la lucha cotidiana (1980); en 1982 publicó Fundamentos teóricos para una crítica marxista a la Administración Pública. En 1991 con el Dr. Werner Bonefeld, Post Fordism and Social Form. A Marxist debate on The Post-Fordism State, y con el mismo autor, en 1995. Global Capital, National State and the politics of Money.De sus investigaciones en México provienen numerosos trabajos entre ellos ¡Zapatista! Reinventing revolution in México. Coautoría con Eloína Peláez en 1998. En nuestro país en el año 2002 se publicó el libro Cambiar el mundo sin tomar el poder y en el año 2006 Contra y más allá del capital, además de otros libros de compilaciones y en los que interviene como coordinador.Sus trabajos son bibliografía de estudio en diferentes cátedras de las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Sociales entre otras.Sergio Tischler V.Nació en Guatemala, el 21 de enero de 1954. Es Licienciado en Historia (1977), Master en Sociología (FLACSO, 1983) y Doctor Estudios Latinoamericanos (Facultad de Ciencias Políticas, UNAM, 1998). Es Investigador-profesor Asociado C en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, BUAP. Es coordinador del Posgrado de Sociología (maestría y doctorado), ICSyH, BUAP desde marzo de 2000. Ha dictado además cursos de posgrado en diversas universidades latinoamericanas.Ha publicado los siguientes libros: Guatemala 1944: crisis y revolución. Ocaso y quiebre de una forma estatal (1998); Conflicto, violencia y teoría social. Una agenda sociológica. (coordinador); What is to be Done? New Times and the Anniversary of a Question (2202). Werner (coordinador junto con Werner Bonefeld). A 100 años del ¿Qué hacer?. Leninismo, crítica marxista y la cuestión de la revolución hoy. (coordinador junto con Werner Bonefeld), (2003); Memoria, tiempo y sujeto (2005). Marxismo abierto. Una perspectiva europea y latinoamericana, Coordinador junto con Alberto Bonnet y John Holloway(2005). Además de numerosos artículos académicos y capítulos en libros.Fernando T. Matamoros PonceInvestigador de Tiempo Completo, Titular “A”. Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Sistema Nacional de Investigadores (SNI): Nivel IIDoctor en Sociología por el École des Hautes Études en Science Sociales (2001), Paris, Francia. Maestro en Anthropologie et Sociologie du Politique por la Université de Paris VIII con la tesis, (1993), París, Francia. Licenciado en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana (1986).Corresponsal en México del Centre de Études Interdisciplinaires de Faits Religieux-École des Hautes Études en Sciences Sociales (CEIFR-EHESS)Ha publicado los siguientes libros: La pensée coloniale. Découverte, conquête et guerre des dieux au Mexique, Éditions Syllepse, ICSyH/BUAP (2007); junto a Étienne Dehau y Sylvie Bosserelle, Mexique: vision de l’empire des Dieux, Paris, Hermé, (2005); Mitos, imaginarios en la génesis del neozapatismo, Universidad de Veracruz/ ICSyH-BUAP, (2005).Además de un gran número de capítulos de libros y artículos académicos.Inscripción a Seminarios:Revista HerramientaRivadavia 3772 1° BCiudad Autónoma de Buenos Aires(+5411) 4982-4146

revista@herramienta.com.arluciana.ghiotto@gmail.comcontarlari@yahoo.com.arInstituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE)Hipólito Irigoyen 1116, 4º C.Ciudad Autónoma de Buenos Aires(+5411) 4381-7380
Difunde Movimiento Estudiantil de Sociologia UNMDP.
FACULTAD DE HUMANIDADES.